09/02/2016

No es que haya que quemar todas las redacciones de televisión del país y casi del mundo. No es que haya que dejar de ver la televisión, que es la opción obvia e inmediata. Es que hay que ser responsable si tienes entre manos un medio de comunicación de masas. Como decía el tío de Spiderman, ni más ni menos, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Peter Parker.

Lo comentaba el otro día con un amigo, el entorno se ha degradado en España. Me doy cuenta cada vez que vuelvo. Lo cierto es que después de casi diez años viviendo en Bangladesh y China ya me he desacostumbrado a ver la televisión y cuando llego a España no la enciendo, igual que no la enciendo tampoco cuando estoy allá.

Lo peor es que, incluso sin verla desde hace tantos años, me atrevo a opinar que nada de lo que emiten tiene el más mínimo valor. No me gusta opinar sin conocer a fondo aquello sobre lo que hablo y, sin embargo, siento nítidamente que no me equivoco al opinar a ciegas sobre la basura que se emite a todas horas por televisión. En todos los canales.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad: no se puede hacer basura televisiva sólo por ganar unos pocos miles de millones de euros. No se puede. La decencia, los valores que hacen que los seres humanos brillen y sean enormes en cada cosa que hacen valen bastante más que unos pocos miles de millones de euros. Bastante más. Cuando los seres humanos han dado lo mejor de sí mismos han configurado a las siguientes generaciones en base a ello. Cuando Nijinsky dejó de ser humano para convertirse en belleza viva en suspensión casi coloidal. Cuando Bukowski cogió sus tripas y se las enseñó al mundo. Cuando John Lennon dijo Imagine.

No se trata de dejar de ver la televisión, se trata de crear entorno. Un entorno en el cual los programas basura sean una exquisita minoría, lo suficiente para poner contraste, lo suficiente para satisfacer a quien necesita comer mierda de vez en cuando.

Entorno: encender la televisión a cualquier hora del día, en cualquier canal y encontrarse algo hecho con el corazón o con las tripas. Algo auténtico para contárselo a millones de personas. Un programa de cocina, un debate sobre algo que realmente le interese a los participantes y sobre lo que de verdad estén más informados que cualquiera, una película de las miles de buenas películas que se han hecho y que se hacen, un concierto…

Es que se programa lo que tiene más audiencia, lo que a la gente más le gusta, para así ganar más con la publicidad. ¡Qué vergüenza defender ese argumento por unos pocos miles de millones de euros! La televisión (y la radio), los medios de comunicación masiva no deberían emitir lo que a la gente más le gusta, porque tienen un gran poder y por lo tanto la gran responsabilidad de utilizarlo para crear un entorno de calidad, donde la gente se críe y se desarrolle día a día rodeada de palabras que merezcan la pena, de imágenes y sonidos que también la merezcan. Antes pasaba y es perfectamente posible que vuelva a suceder, pero para eso hace falta gente poderosa y valiente que mueva los hilos necesarios. Todos los días, sin saltarse ni uno.