Cosas que pasan en verano

En verano, por ejemplo, el consumo de electricidad sube tanto que tenemos luz en horas alternas. La cortan o la reconectan siempre a menos diez, así que si estoy a punto de subirme a un ascensor siempre miro antes el reloj, si son y cuarenta y nueve, me espero a que pase el minuto cincuenta, por si acaso.

Lo normal cuando se corta la luz es que el generador de gasoil que tiene cada edificio se ponga en marcha, pero puede que el generador no funcione, o puede que al conectarse salga ardiendo y te tuestes dentro del ascensor como un pollo al horno, o puede que ese edificio en concreto no tenga generador. Mejor esperar, no pasa nada por esperar. Opepkah kori.

En verano también llueve, constantemente sin interrupción desde junio hasta septiembre, noventa días lloviendo. Llueve tanto que los charcos dejan de ser de barro y quedan sólo charcos de agua transparente. Hay que tener mucho cuidado con las calles inundadas, que son todas, porque hay cables sueltos traicioneros, sumergidos como mambas venenosas, y si los pisas, ¡pum!, explotas y mueres. Yo lo he visto. Todos lo han visto alguna vez.

Si las calles se inundan lo suficiente, cosa que no siempre ocurre, alguna gente se mueve en barca y recoge a los vecinos en los portales para llevarlos a su destino a golpe de remo.

En verano, a las camisas les salen curvas de sal, como las que salen en la arena de la playa cuando baja la marea. Se suda todo el día y toda la noche. Veinticuatro horas sudando. Cuando no estás mojado de sudor, estás mojado por la lluvia. Si en casa encendemos el aire acondicionado en alguna habitación entonces esa habitación se convierte en un oasis de temperatura y humedad perfectas. Una burbuja extraterrestre.

Y bueno, en verano no pasa nada más especial, hace calor y es temporada de mangos y lichis.