– Papá.
– Qué.
– Los Reyes Magos ¿existen?
– Evidentemente.
– En el cole dicen algunos niños que son los padres.
– Eso es porque aún tienen una visión muy simplista del mundo.
– …..
– Los Reyes Magos existieron físicamente hace dos mil años, hicieron caso a una profecía, escogieron sus mejores regalos y se subieron a sus camellos para buscar al Mesías y ofrecérselos.
– Pero no eran inmortales, no pueden seguir vivos hoy…
– En realidad nadie sabe nada sobre la muerte, puede que al morirse pasaran a otro tipo de existencia.
– …..
– Puede que en esa otra existencia ya no rijan las normas de ésta y el tiempo y el espacio sean infinitos.
– ¿Y?
– Imagina que los Reyes murieron físicamente, los enterraron como a Reyes, o como a hombres sabios, y cuando terminó todo ese proceso terrenal, los Reyes pasaron a existir de otra forma…
– Eso mola.
– Ahora, cada vez que llega la Navidad, esos Reyes se meten en la conciencia de todos los padres. No son imaginaciones, son ellos que existen de otra forma y que utilizan a los padres como repartidores de regalos…
– Pero entonces ¿no vienen ellos aquí a casa a traer los regalos?
– Supongo que sí, yo nunca los he visto porque no se dejan ver.
– ¡Entonces sí que existen! – exclama el niño por fin convencido.
– Evidentemente.
Por la tarde, el padre se marcha a la Asociación de Vecinos del barrio, se mete en el vestuario y comienza a aplicarse adhesivo a la cara con un pincel. Mientras se pega la barba blanca, piensa en la conversación que ha tenido con su hijo. Se pone el traje, la capa, el armiño y para cuando se coloca la corona nota un cosquilleo en la nuca y sabe, un instante antes de que ocurra, que el Rey Melchor se está adueñando de su conciencia.